15 Feb Técnicas de publicidad insólitas: la piragua Canaria
La publicidad, pese a los esfuerzos de la RAE, está llena de anglicismos. Tenemos un rico lenguaje, pero nos encanta usar en creatividad otros idiomas. Lo cual dificulta a veces llegar al consumidor, no siempre versado en lenguas. Así le pasó a mi padre con la piragua Canaria.
Recuerdo con especial cariño de los viajes de pequeña los que hacíamos en el puente de diciembre a las Islas Canarias. Lo primero porque siempre perdía cole, y eso era un aliciente genial. Lo segundo, porque irse a la playita cuando en casa hace un frío de turrón le gusta a cualquiera. Y, por último, pero no menos importante, por la compañía. Era de las pocas veces que viajábamos con más gente, pensar en Canarias es pensar en los mejores amigos de mis padres y sus tres hijos. Pese a ser hija única, siempre me ha encantado estar con más gente, aunque era muy dada a entretenerme sola con cualquier cosa. En cualquier caso, ir a Canarias con ellos garantizaba un viaje genial. No en vano, con ellos monté por primera vez en avión y sufrimos toda clase de aventuras en los años que fuimos a visitar las Islas Afortunadas.
Para no variar, era la pequeña, pero con ellos la diferencia de edad no era muy grande. Y, como además compartíamos gustos y diversiones, no se notaba nada. Recuerdo de los viajes en avión, cuando encima aún se podía fumar. Que presa de la emoción, debíamos ser una pequeña pesadilla terrorista para la azafata. Din Don. «Perdona, ¿nos puedes traer unos cacahuetes?». Din Don. «Perdona, ¿nos puedes traer unas galletitas saladas?». Todo eso entre paseos por un lado y el otro del avión, de mirar por la ventana esperando ver incluso a los Reyes Magos, o sencillamente de jugar con la Game Gear o las cartas.
Un año llegamos a disfrutar de unas 14 (ó tal vez 17, lo mismo fueron menos) horas de retraso en el Aeropuerto de Barajas (hoy Barajas-Adolfo Suárez), con un poco de ejercicio al entrar al avión y volver a salir. Una avería que nos retrasó lo impensable. Terminamos viendo en las teles del aeropuerto un campeonato de voley ball. Si esto nos pasa hoy, no sé si hubiéramos tenido la misma paciencia.
En cualquier caso, era pisar las Islas y todo se olvidaba. Por delante una semana entera sin pensar en deberes, ni en nada que no fuese el binomio de playa-piscina.
Lo primero era el medio de transporte. Porque siendo ocho personas, no era nada fácil el asunto. Así que durante los distintos años probamos varios modelos de automoción, y sobre todo, les dejamos a los canarios aterrorizados nada más vernos. Pasamos de la furgoneta del Equipo A (aunque la nuestra no era negra), al 4×4 con el que mi madre se ponía a emular una mezcla de Thelma y Louise, con Memorias de África al más puro estilo de Mister Bean. Y por último, las motos. Entre la Hormiga Atómica y el Hombre Bala.
Sí, coger motos cuando somos tantos no parece un medio ideal, pero es que estábamos de vacaciones no todo tenía que ser perfecto.
Y todo esto antes de llegar al hotel. Con un preludio así, una solo podía esperar terminar con agujetas de la risa. Las dos pequeñas, como niñas que éramos, disfrutábamos de una gran imaginación y una querencia natural por buscar aventuras. En uno de los primeros años nos robaron al llegar al hotel. Ahí estábamos las dos, mezclando a la Fletcher y a Watson, husmeando por el vestíbulo del hotel, buscando actitudes sospechosas entre los huéspedes. Corriendo a pasar todo indicio de información a nuestros padres para poder capturar al malhechor. Obviamente, a día de hoy sigue en nuestras mentes como uno de los criminales más escurridizos y buscados de la geografía patria y allende los mares.
Posiblemente, estimado lector, te estés preguntando qué tiene que ver todo esto con la creatividad o la publicidad. Ya que, al fin y al cabo, este blog son monólogos llenos de creatividad (publicitaria). Pues bien, por fin llegamos a las dos mejores anécdotas de esos años, que a día de hoy siguen saliendo en todas y cada una de nuestras frecuentes conversaciones, así sean comentarios en Facebook, en Instagram o cuando nos juntamos para comer.
Las dos, curiosamente, son elementos básicos en el Marketing, que siguen vigentes a día de hoy, y uno de ellos más antiguo que la publicidad en sí. Pero que a nosotros en aquel momento nos fascinaron, nos hicieron partirnos de risa y que aún nos sacan carcajadas al recuperarlas.
La primera de todas, como no podía ser de otra manera, la protagonizó mi padre. El buen hombre, tenía una tradición en todos y cada uno de los viajes. Dado que solo conducía él, pues mi madre no tenía el carnet de conducir y yo era una niña. La tarea del desplazamiento caía sobre él. Por lo que nada más llegar al hotel en cuestión, mientras mi madre deshacía el equipaje, él se bajaba al bar del hotel a tomarse una tónica (siempre decía que era lo que mejor le quitaba la sed y más le espabilaba). Ese año nos tocó visitar Lanzarote, y pese a que fuimos en avión, no podía faltar la encuesta de calidad de mi padre sobre el bar del hotel. No defraudó.
Al rato regresó a las habitaciones, con una alegría impropia de él. Tan sorprendido y emocionado que parecía haberse encontrado con cualquier VIP compartiendo panchitos. Mi padre, entre sus múltiples conocimientos estaban el Latín, el Griego o el Francés, sin embargo, esto parecía ser un misterio. Tuvo que repetirlo para entenderlo. De hecho, lo repitió a diario hasta que por fin comprendimos de qué se trataba. Nos contó con admiración, que llegó al bar, se sentó en la barra. Llamó al camarero y pidió. Todo normal. Lo increíble fue que en el momento de servirle, no le dieron una bebida, si no dos.
Mi padre pensó que era un error y así se lo comunicó al camarero. Pero el camarero le dijo que estaba todo en orden. Que se trataba de La Piragua. Con lo que mi padre nos vino a relatar que los lanzaroteños iban muy por delante de los peninsulares en los hoteles. Una maravilla. Así que todos nos quedamos con la copla de la misteriosa Piragua isleña. Fantasías aparte.
La siguiente tarde repitió la operación con idéntico y exitoso resultado. La Piragua. Ese concepto publicitario misterioso, que lo mismo podía tener un símil naútico-recreativo-playero, aunque él no veía ninguna decoración que le invitase a reconocerla. Al Tercer día, vimos la luz. Bueno, la realidad es que nos fuimos con él en busca de la Piragua perdida. Para descubrir con desternillación que se trataba de la Happy Hour. Vamos, el dos por uno. Pero mi padre, que aunque muy de lenguas no era de estos menesteres estaba anonadado. Era casi brujería la condenada Piragua, mediante la cual, pedías una bebida y te daban dos.
Como ya comenté cuando hablaba sobre las aventuras del supermercado buscando el regalinchi, con los adultos lo mejor es dar más producto por el mismo precio.
Y al final, en un bar, lo que se busca es consumir y fidelizar. Pues con mi padre lo consiguieron, décadas después aún hablamos de la Piragua, y no hay duda de que se hizo cliente asiduo del bar del hotel Teguise hasta que terminó nuestro viaje. Hasta aquí el relato del Marketing Directo Canario, una idea brillante y a día de hoy ampliamente extendida.
El Marketing Mix de la Heladera Canaria
Como bien he comentado eran dos. Si la primera hablaba del Precio del Marketing Mix y las estrategias para ampliar mediante el Marketing Promocional el consumo así como la fidelización.
Ahora me toca recordar a la heladera. Amigos, no olviden nunca que lo más importante para una marca es la gente (People), y esta vez no me refiero al indiscutible rey: el consumidor. Si no a aquellos que le hacen llegar al consumidor el producto. Nadie quiere que le atienda una borde que viene de Galerías Preciados. Y resulta cuanto menos irónico que vayas al endocrino y éste esté pasado de peso. Estas Personas serán nuestra primera impresión como clientes. Ellos se encargarán de convencernos ante posibles dudas para lograr una compra. Y aquí estaba la heladera.
Estábamos en la piscina del hotel de Gran Canaria. Como «cualquier verano», era obligatorio refrescarse. Y no solo estando en remojo como los garbanzos. Bebidas frías y helados eran parte de nuestra dieta diaria.
Mientras estábamos en las hamacas vimos al cabeza otro cabeza de familia, volver a nuestro puesto base con una sonrisa de oreja a oreja y un cucurucho de helado. Extrañados le preguntamos por el frío refrigerio. Pues era el segundo que se tomaba en un corto espacio de tiempo. A los que nos dijo alegremente que se había ido a por un helado de tutti frutti (no de fresa o chocolate, Tu-tti Fru-tti) porque la heladera era muy GuaPPa y muy simpááática. No se me ha atascado el teclado, podría tratar de reproducirlo yo misma, pero nunca sería igual el sonido. Tras lo cual la sonora carcajada nuestra bien pudo oírse en Madrid.
Brillante quien contratase a esa chica para servir helados, pues a buen seguro le hizo multiplicar sus ventas. Y brillante para nosotros, pues le recordamos frecuentemente esa expresión y esa forma tan peculiar de disfrutar de ese helado de Tutti Frutti.
¿Cuál es tu anécdota preferida de tus viajes? Por cierto, si tienes una Bati Cao, escríbeme, tenemos mucho de qué hablar.
Si te ha gustado esta entrada, no te puedes perder: ¿Cómo nace la Creatividad?.
Silvia mañas
Posted at 14:47h, 15 febreroMuy bueno ! Tienes razon eso funciona! Pues nada pondre a una tiarrona a vender las pulseras de Mamasita Tai con el 2×1 en la hora feliz…. y en el despacho a la super secretaria? 😂
La Becaria
Posted at 18:31h, 15 febreroTiarrona, depende de a quien quieras vender… Si es a mujeres, lo mismo puedes tener a un cubano guapo 😉 Pero sí, nada como un buen vendedor 🙂
Neide Martins
Posted at 06:46h, 16 febreroCris, lo prometido es deuda!!!
Me gusto muchisimo tu blog!! Está meu buenooooo
Te invito a um.vino y unas tapas, Vale?Una vez mas te felicito u deseo muy buena sueste!!!
Besos
Maria
Posted at 22:48h, 19 febreroBueno rubia, lo prometido es deuda. Ya sabes que mi baticao es tu baticao. Bueno, más bien la baticao de i maridín es tu baticao, que para eso son gananciales. Al leer el concepto «marketing mix» mi mente, cual hija del mal, no ha podido más que hacer una asociación irremediable con la querida, y nunca bien ponderada María VAlverde. Creo que haré una incursión ninja en el trastero a fin de rescatar algún que otro libro de publicidad de los primeros 2000. Espero que no te horrorices con tal menester, ya sabes que aunque servidora haya decidido tirarse a la piscina del 4.0 o similar, lo vintage me puede. Mis felisitaciones por el blog!
La Becaria
Posted at 10:12h, 26 febreroAy mi morena! En serio todo lo que has podido rescatar ha sido a María Valverde???? Lo del trastero lo puedes usar para que Martín coloree… Ay, que emoción de saber que tenéis una BatiCao, eso y nuestra querida Nes que compartimos en casa! Qué maravilla!!! Si es que tú y yo no podíamos dar nada nuevo… Grasias de antebraso por las felisitasiones!! Un beso!
B Varas 🖤
Posted at 09:58h, 26 febrero¡Me parto Cris! Que buen post. Siento no tener para tí una baticao… es más soy ADICTA al nesquick :/
La Becaria
Posted at 10:09h, 26 febreroMe alegro que te gusten!!!! A ver, el Nesquick tiene sus cositas, al César lo que es del César… Pero nunca tuvo una Bati Cao, esas cosas de que fuera instantáneo le quitaba el glam… Por supuesto que te ajunto!
Paco Vivar
Posted at 17:50h, 05 marzo¡¡ Que buen post !! y habiendo vivido casi ocho años por alli la verdad que me llega bastante, jajaja … en fin felicitarte, porque encima la manera de contarnos las técnicas de publicidad ha sido súper original y graciosa …. Mas post asi de amenos .. 😉
La Becaria
Posted at 17:54h, 05 marzoMuchas gracias, Paco!!! Celebro mucho que te guste, la verdad es que al final, mi vida ha estado tan ligada a la publicidad que no se me ocurría nada mejor 🙂 Un abrazo!